Friday, September 05, 2008

CONFERENCIA

Carlos Monsiváis.

En las imágenes del mar usadas por Pedro Serrano éste es visto como residuo, metafórica y literalmente igual a la ceniza producida por las cremaciones, igual al poema. Luego, el mar deja sitio al cuerpo como nueva metáfora de la escritura. El cuerpo defensivo saca las uñas, advierte sus entrañas,
provoca la indigestión, acelera los procesos vegetativos y los disuelve en otra clase de residuos. ¿Será que, como dice Barthes, la poesía no solamente debe matar el lenguaje que la ha engendrado, sino que después de haberlo asesinado, debe recurrir para reconstruirse a ese mismo lenguaje que ha tratado de aniquilar? ¿De ese tipo de cremación, de esa clase de residuos es el mar?

Margot Glantz

Para Pedro Serrano la poesía es un estadio de ignorancia que tiende, por esa su primera condición, al conocimiento. La poesía concebida, pues, como movimiento. La poesía como aspiración y partida desde algo y hacia algo, vaya usted a saber qué. En definitiva, la poesía como asiento de la emoción (…) Pedro Serrano es una naturaleza poética en movimiento cuya quintaesencia se podría definir así: Pedro nunca está. Está reunido consigo mismo, arduamente. O está de viaje. O anda en sueños. Los libros de Pedro Serrano, Pedro Serrano mismo como poeta, no es que no pertenezcan a este mundo: es que no pertenecen a la literatura como escaparate, no pertenecen al griterío lírico como espectáculo.

José Carlos Cataño

Leer a Pedro Serrano es emprender un “viaje que elabora y construye su propio conocimiento, pero siempre en la ignorancia de su dirección, al enraizarse en las marcas de la indefinición. El poeta quiere salir de sí mismo para entrar en la resonancia del otro. Las voces del poema se multiplican, lo mismo que las experiencias y las historias, para encontrarse reunidas o reconstituidas en una comunidad polifónica. Luego, los poemas regresan a una experiencia más personal, sin por ello ser confesionales o autobiográficos, y en ellos el lector puede recorrer su propia experiencia.

Paul Belanger

Conocimiento amargo, lejanía de las pretensiones y de esa intelectualiudad que nos corroe. Experiencia pasada por los dedos y agarrada, claro, a la cabeza, pero con un diente en el hondo pesar del corazón. Hay en los poemas de Pedro Serrano un despojo, un mirar sin piel, sin encantamiento y un leve temblor que produce un estremecimiento que te cambia los ojos.

Verónica Zondek

DOS POEMAS DE DESPLAZAMIENTOS

UN CONDENADO

Hipogrifo violento que corriste parejas con el viento,
Hippogriffe puissant, mène-moi jusqu’au ciel.
Ay, el fermento vacío,
esta parálisis sin paz ni sed ni cielo que se alce.
No queda otra gloria que la supervivencia, eso,
el crecimiento de pelos y uñas, eso,
el hastío que perdura,
eso, eso, eso.
¿Llueve ahora en esta desolación, en este cuarto?
No, si aquí lloviera…
Ya todo está gastado y seco y pasa en blanco.
Si llueve cal, o sal, o sed cierta de azufre,
rabia de fango y fiebre,
furia de tumba y acumulado desperdicio.
Teje impotente las tensas horas neutras, las trampas,
este día y éste.
Usa las manos como pinzas, alacrán acosado.
Vuelve y vuelve su cuerpo, la cabeza,
la cola envenenada del día frota llagas y costras,
el centro de la espalda,
llega, llega.
En las cuatro paredes puede ya verse el cielo.


TURBA (fragmento)

Todo se apelotona como leche cuajada,
como vómito amargo que aventara
pedazos de intestino, semillas, bilis,
lo que se pudo tragar y lo que no.
En la plancha de vidrio quedan los restos,
en la charola de aluminio lo inventariado,
en la piel la ceniza y la electricidad muerta.
Todo lo pasado se mueve ahora como un agua turbia,
como un burro muerto que ahí se pudre
y que otros beben río abajo, desapercibidos.
Todo lo pasado se queda aquí, regurgitando.


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